Cuentan que cuando le fueron al presidente yanqui Abraham Lincoln con el chisme de que el general Ulysses S. Grant -que con sus victorias había logrado cambiar el curso de la Guerra de Secesión- era un alcohólico, éste respondió: ?Entonces mándenle más whisky para que siga ganando batallas?.
?Qué queremos, un buen jefe de Policía o un Papa? No conozco al general Hidalgo, pero le apoyo 100% en cuanto a que al resto no le concierne un pito su vida privada y creo que debe permanecer al frente de su institución porque no le podemos hacer el juego a cobardes chantajistas intrigantes. Una de las mayores degeneraciones de la modernidad es esta invasión de las esferas íntimas al extremo y que incluso mafias organizadas chuponeen y espíen para que, apoyados en una moralina hipócrita, le vendan al resto la historia de que determinada persona debe pagar con su cabeza cualquier pecadillo íntimo.
No debemos volvernos una nación de hipócritas histéricos como EE.UU., donde no le puedes llamar ?negros? a los negros, fumarte un cigarro en tu propia oficina, dejar que un chico de 18 años se tome sus cervezas (pero sí bien que lo mandan a la guerra) o que un magnífico presidente como Clinton tenga semiparalizada su Presidencia por una aventurilla con una cochina (porque eso de guardar un traje manchado con semen?), tema cuya evolución y desenlace sólo correspondía a la pareja Clinton. Mucho más sanos me parecen los franceses, que no parpadearon cuando la esposa de Mitterrand permitió que su amante y su hija extramatrimonial acudan a su entierro. El puritanismo de los republicanos y la obsesión de lo ?políticamente correcto? de los demócratas, más esa paranoia cotidiana por un orden policíaco, han vuelto insoportable a dicho país.
Tampoco aquí ahoguemos nuestra conducta social con esa obsesión puritana de nuestros caviares de querer imponernos lo ?políticamente correcto?, así como los cucufatos con sus moralinas. ?Se acuerdan la sanción excesiva que se le impuso a unas mujeres policías por filmarse haciendo bromas en su hora de descanso? Esas fueron las tonterías típicas de la evangelista Mercedes Cabanillas cuando estuvo en el Ministerio del Interior, lo que acabó en un reglamento de convento. ?Eso le era más importante que ocuparse de los policías cautivos en la Estación 6?
Aldo Mariátegui
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